La continua y constante retroalimentación con la naturaleza es el hecho fundamental de toda la producción del maestro de Volpedo. Los sujetos, tomados de la vida, adquieren siempre en Pellizza un significado diferente, metafórico y absoluto; su pintura desafía la contingencia al convertirse en un medio para hablar de la universalidad, de contar el devenir para expresar lo eterno. Idilio. El árbol de la vida es una composición de gran impacto, a pesar de su modesto tamaño, gracias a la planta esbelta y cuidadosamente construida articulada sobre el elemento dominante del imponente árbol desnudo y su sombra dominante, descrita sugerentemente por la típica contraluz Pellizziano y envuelta en el forma redonda del soporte, que recoge todo en un tamaño ideal. La simetría del cuadro se nutre del diálogo dinámico entre el tronco principal y los dos laterales traseros, inclinados en direcciones opuestas para activar una tendencia centrífuga que la circularidad del lienzo hace evidente. Destacan las pinceladas azules y rojas sobre las líneas quebradas de las ramas y sobre el poderoso cilindro del fuste, que en un hábil juego de complementarios se confrontan con la fresca vivacidad del césped entretejido de amarillos, ocres y verdes y salpicado de blanco. reflexiones