La obra es una especie de mise en abyme: miramos a alguien que mira un ojo que mira lo que estamos mirando: una secuencia que se repite una y otra vez, un "sueño dentro de un sueño", una tautología en el que el lenguaje no llega nunca a los fundamentos de la realidad, porque siempre remite a otro idioma, que a su vez remite a otro idioma, al infinito.