El dibujo Ave María en transbordo, representa una variante de la versión del óleo homónimo de 1886. Frente a la obra original, que representa a una pareja de pastores en oración con un recién nacido, hacinados junto al rebaño de ovejas en una pequeña barca que al anochecer en las tranquilas aguas del lago Pusiano, cerca de Como, el trasbordo del carbón Ave Maria sufre variaciones fundamentales, a partir de la inversión especular a la que está sometida la composición; el tiro se aprieta solo en el barco, cortado en la parte terminal superior, el cielo se elimina por completo, la luz del día reemplazada por la luz nocturna de la luna, que, medio oculta por las nubes, se refleja en el agua ondulando en un semicírculo alrededor el barco y a su tripulación muda, para acentuar el recuerdo íntimo de la hora tardía. Toda referencia a la concreción narrativa se pierde en favor de la expresión de un eco universal que une a los hombres, la tierra y los animales en un análogo, gran destino de pertenencia a la naturaleza. El poder del signo, aunque muy delicado, distribuido para crear sorprendentes efectos luminosos, es entonces capaz de aumentar aún más el aura metafórica, evocadora y alienante, que se enriquece con las propiedades del papel de calco (soporte de la obra), material idóneo para capturar la luz y lograr resultados inesperados de transparencia.