Zandomeneghi había llegado a París en 1874, para actualizarse sobre las innovaciones que se estaban produciendo en la ciudad que en ese momento era considerada la capital de la modernidad. Aquí había debutado el nuevo grupo de impresionistas sólo unos años antes, en 1867, exponiendo en el estudio del fotógrafo Nadar. Zandomeneghi se había hecho amigo de inmediato de Edgar Degas, quien lo había invitado a exponer con el grupo de independientes (en las exposiciones de 1879, 1880, 1882 y 1886) donde ayudó a consolidar la corriente de los desinateurs, que proponían escenas de intimidad cotidiana colocadas interior doméstico, frente a los coloristas, que creaban paisajes y escenas naturales rodadas al aire libre. Por su parte, Zandomeneghi trajo consigo el sólido bagaje del color veneciano y la experiencia entre los Macchiaioli toscanos. Las protagonistas de sus obras de época francesa son a menudo muchachas jóvenes que se lavan y se peinan en actitudes de dulce intimidad, pero también mujeres absortas en la lectura, como en el caso de esta obra titulada *Reflexión*, en la que la protagonista abandona por un momento, el libro que está leyendo, para detenerse a pensar, la mirada perdida detrás de sus pensamientos. Junto a ella, una mesita sobre la que hay una estatua de una bañista, de estilo moderno, junto a un libro y un periódico: este último detalle es significativo porque nos habla de una mujer culta actualizada en el acontecer diario, que quizás estén en el centro de la reflexión en curso, como nos sucede a nosotros en este momento de incertidumbre. El corte fotográfico de la composición acerca nuestra mirada al protagonista y deja todo lo demás más allá del borde del lienzo, donde continúa la vida.

El éxito de Giovanni Boldini está indisolublemente ligado a París, donde se mudó en 1872, y pronto alcanzó un éxito considerable estableciéndose como el retratista más de moda de la ciudad y, en poco tiempo, de la alta sociedad internacional. En esta 'Escena galante', notamos el dinamismo material arremolinado que distingue su pintura más experimental. Su pincelada rápida, impregnada de luz y color, resalta el encanto y el lujo de la sociedad parisina. A través de las pinturas de Giovanni Boldini tenemos la oportunidad de sumergirnos en el mundo de los vicios y la facilidad que caracterizó a la belle époque, experimentando por unos momentos el encanto parisino de finales del siglo XIX.