La obra, fechada en 1891, se inscribe plenamente en el momento triunfante de la llamada Belle Époque, de la cual Giovanni Boldini se convierte en un intérprete orgánico en la capital francesa. La sabiduría pictórica del pintor emerge poderosa en las hábiles pinceladas a trazos y toques que sugieren el crujir de la seda que envuelve el cuerpo de la cantante, o que definen la exquisita elegancia de los largos guantes color marfil, o que construyen con gruesas pinceladas el espumoso abanico de plumas de avestruz negras.