Sobre un fondo aparentemente uniforme, descansa la joven hilandera, sentada sobre un peñasco con las manos en el regazo. Tiene una expresión apacible y parece aceptar su agotadora realidad. Falta un componente narrativo, presente en las demás representaciones de este tema, uno de los más recurrentes en la pintura de género. Comprada en subasta en 2003, la obra fue depositada en la Galería de Arte Tosio Martinengo y recién en 2010, con un acto de gran generosidad, fue donada a la Galería de Arte.