El cuadro que representa a la hija mayor del artista corriendo por el balcón de la casa Balla tiene una larga elaboración a partir del verano de 1912. La sensación de movimiento se transmite gracias a la secuencia de los pasos del niño, la repetición de la figura según un el ritmo preciso determina su movimiento de izquierda a derecha. La pincelada gruesa le permite al artista no insistir con la línea de contorno, pero la composición de la figura se logra solo con el entrelazado de piezas de diferentes colores.