La primera razón del encanto de esta obra es el personaje retratado, la célebre cantante de ópera Matilde Juva Branca, que animaba la sala de música de su padre junto a sus hermanas. Sus cualidades de introspección psicológica y definición formal contribuyen a la fama de la pintura de Hayez. A pesar de ello, la fortuna del cuadro es relativamente reciente.