Filiberto Minozzi fue reclutado muy joven en 1902, en el círculo de artistas pertenecientes a la Galería Alberto Grubicy, quien astutamente estimuló el orgullo del pintor exhortándolo a ejercitar la técnica de la descomposición del color en paisajes marinos captados a la luz del día. Giornata Piovosa (Il Levante Bordighera) desarrolla sobre lienzo los carboncillos ya realizados hacia 1902-1904 en una composición de seguro impacto, donde el alto horizonte invita a la mirada a penetrar en los misterios de una extensión de ondas tejidas por tramas de filamentos Segantiniani, un denso arabesco de pinceladas superpuestas para alternar blancos, verdes, azules, mientras toques superficiales de violeta reflejan las nubes oscuras que se desatan al fondo en chubascos aislados. Más allá, el cielo plomizo se abre finalmente en una franja rosada de serenidad. El punto de apoyo de la escena es la parábola de la ola que se retuerce sobre sí misma para crear remolinos como pupilas azules antes de romperse en una espuma blanca, expresión del poder de un mar desconocido y temible, inmenso e inmanejable, al que por pequeñas anécdotas que hacen eco mitigan. el drama, desde el velero lejano hasta el vuelo bajo y caótico de las gaviotas.