En los años cincuenta, tras un período de influencia neocubista, Ennio Morlotti recurre a una pintura informal, que encuentra su figura expresiva en un equilibrio entre el naturalismo y la abstracción. Centaurea Selvatica de 1957 se incluye comúnmente en la fase del artista llamada naturalismo abstracto. La atención a la naturaleza se combina con la exaltación de las mezclas cromáticas, en su fisicalidad. El material cromático puro se convierte en el principio creativo de la realidad visible: por medio del pincel y la espátula, Morlotti aplica altas mezclas de color sobre el lienzo, para sugerir una inmersión total y envolvente en la naturaleza. En Centaurea Selvatica la superficie del lienzo -compuesta por una densa agregación de pinceladas pastosas y densas en tonos oscuros, orientadas principalmente hacia verdes y rojos- corresponde al entorno natural. La naturaleza se vuelve primordial, violenta, en continua metamorfosis, hecha de color, materia y luz. La espacialidad de la obra viene sugerida por la masa cromática que ocupa gran parte de la superficie pictórica, pero deja entrever la capa subyacente más luminosa y menos densa en los laterales.