La obra pertenece a la serie llamada Ciclo'60 y exhibe un lenguaje pictórico maduro y potente basado en una gestualidad a la vez espontánea y rítmica, donde la distribución casual de los colores fríos y las tonalidades cálidas sigue un instintivo sentido de equilibrio que no le quita nada a la desesperada ferocidad del gesto pictórico que cubre amplias superficies que representan simbólicamente el espacio del compromiso emocional.