El estudio para Reflexiones de un hombre hambriento, también conocido como La mirada del hambriento y procedente de la colección de los herederos del maestro Barlassina, testimonia una práctica habitual de Longoni, que solía diseñar las composiciones más grandes y exigentes sobre preliminares. bocetos El pequeño óleo, transportado a la vez sobre cartón, refleja fielmente el resultado final. Realizada a través de una paleta restringida a la escala de grises, intercalada con unas grandes pinceladas de azul violáceo, el lienzo comunica ya la atmósfera gélida y silenciosa del final, perfilando hábilmente las actitudes de los protagonistas con unos toques luminosos, desde los tímidos y abatidos la mirada del joven de pie, la indiferencia inconsciente de la mujer burguesa sentada a la mesa del cálido restaurante, dos universos incomunicables separados por una pantalla transparente tan insustancial como infranqueable. La silueta del niño -como se conoce a un personaje real de los bajos fondos urbanos de la época apodado la Araña- tiene una extraordinaria fuerza evocadora gracias a la clara pincelada que la envuelve, recortándola en el espacio, en una especie de poderosa iluminar desde el fondo.