Attilio Pusterla tras su debut en 1883 en el anual Braidense se vuelca a los temas sociales, con un realismo tan marcado como para situarle precisamente en el contexto de los artistas más actuales. Presente en la Primera Trienal de Brera en 1891, participó en los más importantes eventos artísticos italianos hasta 1897, para luego emigrar dos años más tarde a América y dedicarse principalmente a la decoración, quizás desanimado por las escasas confirmaciones obtenidas de crítica y público. La cocina económica italiana a la que se atribuye la fecha de creación en 1891, es más pequeña que la anterior del mismo tema (hoy en el GAM de Milán), contrasta con un ambiente decididamente más íntimo y triste, renunciando a la tertulia frenética de personas hacinadas en los bancos a la hora del almuerzo en favor de un número limitado de personas que se sientan a desayunar por la mañana. Ni siquiera las mujeres del grupo central -una anciana que alimenta a una niña y una joven absorta en actitud melancólica- tienen una relación recíproca, cada una cerrada en un drama personal de marginación resignada, solas como el resto de las figuras dispersas que animan el segundo piso ricamente tejido de destellos celestes y violetas.