El artista romano forma parte del grupo de protagonistas de la vuelta al orden que entre los años 20 y 30 caracterizó la producción de una serie de artistas que trabajan principalmente en la capital. Para Donghi en particular, hablamos de “realismo mágico”, como lo pretendía Bontempelli: atmósferas enrarecidas y figuras extrañas e inmóviles, miradas intensas. Así como los dos protagonistas de esta obra observan intensamente al espectador, el tiempo parece haberse detenido.