Desde la Segunda Guerra Mundial, Antoni Tàpies construye su propia pintura recurriendo a inserciones de materiales tomados de la realidad. Incluso las capas de color se convierten en capas de materia real que el artista lleva a una condición emocional gracias a la incisión de signos que hacen resonar la tensión. Para Tàpies, el arte es un signo, un objeto, una sugestión de la realidad que se dirige hacia nuestro espíritu.