Se trata de una composición de naturaleza muerta tradicional del siglo XVII: tema muy en boga en la época, el tema de la naturaleza muerta se presta a infinitas variaciones destinadas a potenciar las habilidades técnicas del artista en la representación mimética de la realidad. En el cuadro de Monza, que llegó al museo gracias a una importante herencia de 1923, llama la atención la figura del pato vertedor, junto a una becada y otras aves y frutas dispuestas sobre un cesto de mimbre. La obra fue expuesta en la Pinacoteca en 1935 como producción de la escuela cremonesa del siglo XVII; con motivo de la reapertura al público de los Museos Cívicos en 2014, ha sido objeto de una importante restauración que ha permitido recuperar su plena legibilidad.