En la luneta de mármol de Carrara, la Virgen y el Niño están atrapados en una actitud muy dulce y afectuosa, bajo un arco decorado con dos ángeles alados. Originalmente, la obra estaba ubicada en la Iglesia de Zitelle en Giudecca, donde formaba parte de la decoración del altar mayor. En las figuras centrales del relieve, la personalidad culta y actualizada del escultor florentino se expresa en una escena de conmovedora intimidad que ve a la Madre representada en el acto de sostener al niño, apoyando su espalda con su mano derecha, para devolverle el beso. que el Niño le da, ofrece con gran naturalidad. En el impulso muy humano e íntimo que une a los dos protagonistas, la mano izquierda de la virgen aparta de sí el libro cerrado, como para alejar del hijo el destino ya establecido. La pose clásica de los dos ángeles de arriba, apoyados lánguidamente en la cornisa, subraya la vitalidad de la escena de abajo. el refinado manejo del drapeado, la monumental disposición y el calibrado equilibrio de la composición, así como la suave interpretación de las anatomías, delatan un conocimiento directo del arte de Miguel Ángel, abordado por el artista en sus estancias romanas previas a su traslado a Venecia en 1527.