Expuesto en:
Via Entica della Chiesa, Museo diocesano di Molfetta, Molfetta
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La escultura que representa a María Magdalena, llevada en procesión el Sábado Santo en Molfetta, es la segunda versión de la obra realizada en 1955 por el escultor molfetano Giulio Cozzoli (Molfetta 1882-1957). Desde su juventud, el artista tuvo una especial predilección por este tema, que consideraba interesante también por sus implicaciones estéticas y psicológicas. Son numerosos los bocetos en terracota, los dibujos y los esbozos que testimonian el estudio, la pasión y el trabajo de Giulio Cozzoli.
La primera versión de la escultura fue realizada por iniciativa del artista al mismo tiempo que la Maria Salomé y ambas, una vez completadas, fueron expuestas al juicio del público en el verano de 1950 en el Palazzo Cappelluti.
Con María Magdalena, el maestro alcanzó el nivel más alto de su producción artística; los años dedicados a estudiar detalles, expresiones de esta figura, otorgaron a la escultura un impresionante realismo y una profunda emoción que parecían impregnar cada parte de su cuerpo.
Una joven mujer, alta, hermosa, con una larga melena ondulada, la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, el cuello desnudo, el rostro con los ojos entrecerrados, surcado por lágrimas, tan sufrida como apasionada en la representación del dolor que parece encontrar su punto culminante en la posición de los brazos extendidos, descubiertos y en el enredo convulso de las manos.
Se cuenta que la inspiración del artista fue una hermosa chica rusa llamada Tatiana Sokolov, que en esos años vivía en Molfetta con su padre, un ex oficial del zar. Ambos habían emigrado a Italia después de la revolución.
El drama de María Magdalena y su apasionada feminidad, representados de manera tan profunda y expresiva en los movimientos de la escultura, le costaron al artista el rechazo de la obra por parte del obispo de la época, monseñor Achille Salvucci, quien consideró la estatua inadecuada para una procesión mística y vetó a la Cofradía para su adquisición.
La gran decepción por el rechazo de una obra que lo había comprometido y en parte atormentado durante muchos años de su vida, amargó profundamente al artista. A pesar del resentimiento, al año siguiente volvió a la obra para moldear hábilmente el papel maché y crear la última estatua de la serie, aquella que completaría un proyecto iniciado a principios del siglo XX con la realización del Cristo Muerto (1906) para la Piedad y de la Verónica (1907).
A lo largo de aproximadamente ciento cincuenta años, las estatuas que representan a María Magdalena fueron incluso cinco, cada una de las cuales, además de la habilidad de los artesanos y de las modas y gustos de diferentes épocas, encierra toda la tensión y la carga emocional de una mujer que conoció la salvación del Señor, estuvo cerca de Él en el trágico momento de la Pasión y fue la primera testigo de Su Resurrección.
Título: Magdalena arrepentida
Autor: Anonimo
Fecha: 1950
Técnica: cartón piedra
Expuesto en: Museo Diocesano de Molfetta
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