Las copas o ventosas representaron entre los siglos XVII y XIX una de las técnicas más comunes, junto con la sangría, para la extracción de sangre de los vasos venosos. Se utilizaban para disminuir la cantidad de sangre presente en la circulación y eliminar, según la teoría hipocrática, el exceso de humor. De hecho, fue Hipócrates (siglos V y IV a. C.) quien enseñó cómo aplicar las ventosas y cómo escarificar o cortar la piel para liberar la sangre allí acumulada, e indicar las enfermedades contra las que recurrir a ellas ( incluyendo estos son ciática, dolor de oído y neuralgia). En el uso generalizado en la época medieval y moderna, la cantidad de sangre a eliminar la establecía generalmente el médico, donde el acto práctico lo realizaba el cirujano barbero. De esta manera, por lo tanto, se llevó a cabo una pequeña sangría, ciertamente menos arriesgada que el uso de las manos típicamente utilizadas para esta práctica.
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