El clavicémbalo, de excelente factura y sólo parcialmente comprometido por las intervenciones realizadas en los siglos siguientes, es un precioso testimonio de la producción veneciana de finales del siglo XVI. La firma del supuesto constructor veneciano, Vito Trasuntino, no parece ser auténtica, tanto por el estilo como porque está pegada en la incrustación del travesaño, pieza no original. El instrumento se guarda en un contra-estuche revestido de cuero grabado y pintado con volutas de zarcillos, en oro y negro sobre fondo rojo.