Realizada entre 1907 y 1908 y presentada en la Bienal de Brera en 1910, Rapina es una de las primeras obras autónomas de Angelo Barabino en la que se manifiesta un modo plástico, en la conformación de las formas, por planos rasurados de luz, sintéticos y esenciales, que será propio del lenguaje de Barabino a lo largo de su carrera”. El cuadro vuelve a proponer un amanecer deslumbrante, grandioso y cruel, capaz de engullir en el parpadeo de luces y colores el drama existencial de una mujer violada, abandonada en el campo, y de su agresor, que huye de un cobarde. Un tema difícil que sigue siendo único incluso en la producción del propio Barabino, quien siempre ha sido sensible a las cuestiones humanitarias y al destino de los pobres y oprimidos. En Rapina, las siluetas plegadas de la mujer en primer plano y el hombre de espaldas, casi achatadas en los bordes del soporte para establecer una comparación inédita con el fondo, son parte inseparable del paisaje del que absorben plenamente los estados de ánimo, atravesado por un sol que es a la vez salvación y condenación.