El lenguaje frío, desprovisto de participación subjetiva, elaborado según métodos ejecutivos derivados de la cultura de masas, con el que Warhol expresa imágenes e iconos de nuestra contemporaneidad, tiende a sufrir una mayor implicación emocional en las obras creadas para la exposición individual napolitana de 1985. La imagen estereotipada del Vesubio, a la que mira el artista, sufre, de hecho, un repentino encendido cromático a través del cual expresa la violencia destructiva de la naturaleza. Tomando prestado, por tanto, un tema recurrente de la iconografía tradicional del paisajismo napolitano, Warhol lo transfigura con la impetuosidad del gesto y la fuerza expresiva de los colores industriales que hacen de la imagen del Vesubio en erupción una presencia inquietante, admonición de un peligro inminente. .