En su actividad de escultor primero y, por tanto, de pintor, Modigliani siempre ha expresado sin titubeos su pasión por la figura, sin dejar nunca de retratar, a lo largo de su corta vida, a amigos, poetas, marchantes, modelos ocasionales. Con una facilidad y una espontaneidad excepcionales tradujo simultáneamente la fisonomía de un rostro, la expresión de la mirada, el estado de ánimo, ignorando las leyes de la perspectiva y el claroscuro. Su galería de retratos, nunca pintados de memoria pero siempre con modelo, tiene la inmediatez y la verdad de un diario muy personal, porque la libertad de expresión es siempre auténtica y la ejecución rápida, encomendada al dibujo, tan sutil como en la punta. de un lápiz, pero afilado y constructivo.