El dibujo realizado en 1916 es un autorretrato, tema sobre el que Wildt se detiene en momentos cruciales de su actividad artística. Como en el tallado en mármol de 1909, al que está íntimamente ligado el dibujo, la imagen del artista se asemeja a un simbolismo religioso. De hecho, en 1909 la forma del rostro destaca sobre una placa de fondo en la que, además del nombre y la fecha, están grabadas tres cruces, para indicar los tres años convulsos de procesamiento de la imagen y dificultad creativa. El dibujo de 1916, en cambio, además de mostrar un abandono más completo de la figura, que casi sugiere un retrato fúnebre, ve la cabeza del artista superpuesta sobre un fondo indefinido en el que, sin embargo, como únicos elementos legibles, hay son dos ejes cruzados, fácilmente interpretables como una cruz, dada la actitud de la figura. El diseño de las Colecciones Cívicas media la expresividad trágica de la matriz nórdica, atenta también a la carga emotiva de la escultura gótica, con una traducción de la figura en el mármol, evidente en el modelado de los volúmenes del rostro (con los destaques que subrayan la calidad de la piedra) y en la tipología de su simplificación, así como en la elección de dejar las cuencas blancas debajo de los párpados bajos. El dibujo alude al anterior autorretrato esculpido y, en general, a la escultura gótica, miguel ángel y helenística. La escultura de 1909, en cambio, vacía, como muestra la ausencia de los ojos, remite a máscaras antiguas, en un juego de modelos replicados en materiales y tipos siempre distintos, pero unidos por el sutil equilibrio entre la expresividad trágica y la frialdad del signo.
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Detalles
Título:Auto retrato
Autor:
Adolfo Wildt
Fecha:1916
Técnica:Lápiz y carboncillo sobre papel aplicado sobre cartulina