Una mujer de su tiempo. La mujer elegante, sentada en su casa, escribe a sus hijos en vísperas de la Revolución Francesa. La bella desconocida nos mira fijamente, todavía absorta en su tarea. Su vestimenta refleja una nueva moda que tiende a la sencillez: una levita blanca perla, un velo transparente en el cuello y la charlotte sobre su cabello natural empolvado. Encarna, en este Siglo de las Luces, a la mujer de salón moderna, liberada y culta. Este retrato está hecho por una artista, Adélaïde Labille-Guiard. En esta obra despliega una prodigiosa capacidad de materialización: los reflejos del raso y la opacidad de la madera del escritorio revestido de fieltro verde contrastan con un fondo neutro.

Adélaïde Labille-Guiard es una de las retratistas más famosas de finales del siglo XVIII. También es una reconocida miniaturista y pastelista después de un aprendizaje con el gran maestro Quentin de La Tour. Fue admitida en la Académie de Saint-Luc, una academia de pintura, cuando tenía solo veinte años. Luego ingresó en la Académie Royale de peinture et de sculpture al mismo tiempo que su rival Élisabeth Vigée Le Brun, con quien a menudo se la compara. Adquirió su fama gracias a los retratos que hizo primero para las hijas de Luis XV y luego, después de la Revolución, para los de catorce diputados de la Asamblea Nacional, incluido el de Robespierre. Además, la artista luchó para mejorar el estatus de los pintores creando su propia escuela de arte para niñas.

© Musée des beaux-arts de Quimper.