Una línea horizontal recorre toda la superficie pictórica, obtenida con piedra pómez, polvo de mármol y yeso. La pintura, granulosa y material, está dividida en dos áreas surcadas por rápidas secuencias de grafemas, grabadas con fuerza y cargadas de un fuerte gesto. Los trazos, densos y discontinuos pero siempre conectados, dejan entrever los colores subyacentes: un gris antracita en la parte baja y un intenso naranja en la parte alta.